Hoy es un día de mucho dolor para nuestra comunidad educativa, esos en los que no es posible encontrar las palabras que nombren lo que sentimos, porque en realidad no quisiéramos tener que decirlas nunca.
Hoy es un día de mucho dolor para nuestra comunidad educativa, esos en los que no es posible encontrar las palabras que nombren lo que sentimos, porque en realidad no quisiéramos tener que decirlas nunca.
La escuela, los profes, estamos acostumbrados a las despedidas. Los chicos y chicas crecen y egresan, los mayores se jubilan para ir tras la promesa de un tiempo más libre y despojado, pero no sabemos decir adiós a un colega cuando la vida se le escapa demasiado pronto.
Mariano fue un compañero enorme, llegó en momentos complejos y supo habilitar la palabra, el tiempo y la escucha para comenzar a construir un nuevo proyecto.
Consolidó un equipo, a quien entusiasmó con un modo de hacer y gestionar desde el compromiso, la alegría, el respeto y el cuidado mutuo.
Nos deja un vacío gigante, pero también el desafío de continuar en este rumbo, de hacer de la marca que dejó en la institución un horizonte en el que sostenernos para profundizar el rumbo que supo marcar.
Hoy abrazamos a su familia y a cada uno de nosotros que conmovidos lo lloramos y recordamos entre risas y recuerdos de anécdotas felices y conversaciones interminables que tanto le gustaban. Estaremos agradecidos siempre de la fortuna de haberlo tenido entre nosotros.